LA CANCIÓN DEL PARIA

"... y siempre voy vagando... y si algún día siente, mi espíritu, apagarse la fe que lo alumbró, sabré morir de angustia, más, sin doblar la frente, sabré matar mi alma... pero arrastrarla no" (O. Fernández Ríos)

viernes, 4 de marzo de 2011

RICARDO, ANTONIO, VOS Y YO


RICARDO, ANTONIO, VOS Y YO

(Publicado en Semanario Entrega 2000)

Estimado amigo, de viejo corazón rojo:

Sabrás que hay cosas que salen solas. Fue así que en nuestra casa, hace pocos días, nos dimos un abrazo, tuvimos el privilegio de disfrutar de una victoria y me dijiste que divagara un poco más de mi en estas líneas semanales.

Desde hace muchos años, tal vez como veinticinco, me venía pidiendo Ricardo Zair una foto de una cuarta división de fútbol. Un oro para él, su única foto vestido independiente. Y yo sabía que por ahí estaba, más no la encontraba. Y en el retorno a casa de estos días, revolviendo recuerdos, al fin apareció. Estaban mis amigos, un tal don Cándido Perdomo de porte orgulloso parado junto a su juvenil equipo. Y la imagen parecía que comenzaba a cantar y la cancha sonaba a teatro de verano.

Se la envié a Milton, viejo amigo, para jugar a recordar los nombres. Un equipo vestido de rojo, en el municipal estadio, tal cual siempre recordaba Ricardo las veces que me encontraba.

Luego visité a Antonio y hablamos de nuestra común columna vertebral de vida, pese a ausencias, lejanías y pese a todo. Su casa, una especie de galería de arte y palabras en mensje, con obras pictóricas salidas del sentimiento humano y de sus propias manos. Qué bueno Antonio!! que decores tu casa con tu arte.

Y aunque él no estaba en aquel equipo, porque se le ocurrió nacer después que yo, le comenté de la foto que volvimos a ver en el mundo virtual. Ahora podré cumplir con Ricardo, le dije, que lleva años buscando una foto con el rojo cubriéndole el pecho. Es que el club es como el sol, que siempre está ahí. Antonio me pasó el teléfono y al otro lado, carnavaleando en Montevideo, Ricardo contestó. Y nos abrazamos los tres, imaginación mediante para decirle que la foto que tanto buscaste, ayer la encontré.

Tengo pronta una canción para grabarle a Independiente, -dijo Ricardo.

¿Escribiste la letra?, le pregunté. Y entonces se puso a cantar. La piel se erizó, ojos como en dias de lluvia y el teléfono ahí, en el medio, reproducía una voz potente, clara y hermosa, que ya todos conocemos y queremos. El salón de Antonio se transformó en un auditorio de dos privilegiados oyentes.

Estimado y viejo amigo de corazón rojo: me acordé de vos y quise divagar hoy para que confirmaras que sigue habiendo un club independiente en el alma de mucha gente desparramada por el mundo. Y cuánto me gustaría a mi que un día esta canción de Ricardo pudiera grabarse en un estudio y pudiésemos compartirla. Porque sería una canción más de nuestros colores y cantada por la mejor voz del oriental carnaval. Cantada por Ricardo, que defendió nuestros colores, también hincha de Independiente, al que le gustaría dejar este regalo y que hace años solía saltarse, como tantos, el viejo paredón de la cancha para ir a entrenar.

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